En
ocasiones celebro unas pequeñas reuniones en casa, son celebraciones en las que
un grupo de amigos y compañeros nos reunimos para contar historias y relatos,
narrar leyendas y leer poesía.
Intento
que sean regulares, una por estación, no siempre lo consigo.
En la última,
buscando una lectura que poder compartir, mis recuerdos me llevaron hasta el
conocido relato de Poe llamado “El Cuervo”.
Por
desgracia, tras leer la copia que me llegó, no me gustó, seguramente debido a
que era una mala traducción.
Pero
como hay que aprovechar las oportunidades, retoqué un poco el poema para darle
mi toque personal y presentarlo ante mis amigos.
No cosechó
el éxito que esperaba.
Era el filo de la lúgubre media noche.
Mientras débil y cansando,
en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un raro y viejo libro,
cabeceando, casi dormido,
oí de súbito un leve golpe
Suavemente a la puerta llamaron:
“Es – dije musitando – un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
eso es todo, y nada más”.
...
Aquel lúcido recuerdo de un gélido pasado
esfumose de mi mente y acudí al vil presente.
Espectros de brasas moribundas,
hijas de mi chimenea, adornaban el suelo,
el tiempo, encarecía mis libros
el dolor y la locura, regresaron del olvido.
Dolor por la pérdida del amor de mi vida,
locura por mil copas de absenta bebidas
y a medianoche un visitante llamando
Eso es todo, y nada más.
...
Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenaba la sala de fantásticos terrores
jamás antes sentidos…
Por un nuevo tocar enmudecidos.
Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
Vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto queriendo entrar,
un visitante a deshora…
Eso es todo, y nada más.
...
Un trago y mi ánimo cobró brios
y dije ya sin titubeos:
“Señor, o señora, vuestro perdón imploro,
más el caso es que, adormilado,
cuando vinisteis a llamar,
tan cuidadoso fue vuestro tocar
que tan sólo imaginé haberlo oído”
Y entonces abrí la puerta:
Oscuridad, y nada más.
...
Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Más el silencio insondable de quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de mi nombre.
Lo pronuncie en un susurro
Y el eco me lo devolvió en un murmullo.
Un extraño eco, es eso y nada más.
...
Vuelto a mi cuarto, mi alma encabritada,
no tarde en oír un nuevo llamar,
con mayor fuerza, en mi ventana
Los cristales, hacía temblar.
“Ciertamente – me dije -, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
¡miedos aplacaros! descubramos qué lo que sucede,
dejad que a mi corazón llegue un momento de silencio
y pueda descubrir cual es el misterio…
Es el viento, es el viento… eso es todo y nada más”
...
De un golpe abrí la reja
y con suave batir de alas,
entró un majestuoso cuervo,
del Hades oscuro mensajero.
Sin asomo de reverencia,
ni ningún tipo de miedo
con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.
...
Entonces, este pájaro de ébano,
cambio mis tristes fantasías por una sonrisa,
con el grave y severo decoro
del aspecto con que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha – le dije –
no serás un cobarde,
hórrido cuervo vetusto y amenazador,
evadido de la ribera plutónica.
¡Dime cual es tu nombre espíritu de la noche!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más”
...
Quedo el cuervo posado, solitario, sereno,
en el busto esculpido.
Las palabras pronunciadas acelerando mis latidos.
Esperé, más nada dijo entonces;
No movió ni una pluma mi nuevo amigo.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros compañeros se han ido antes,
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más”
...
Sobrecogido al romper el silencio
tan misteriosas palabras pensé:
“Sin duda … sin duda lo que dice
es todo lo que sabe,
todo su repertorio aprendido,
de un descuidado amo ha huido”
“Buscaba en la noche a su dueño,
quizás a la lumbre acostumbrado,
llegó hasta la ventana de mi cuarto,
tal vez buscando su hogar.
Eso es todo y nada más”
...
Más el cuervo arranco todavía
de mis tristes labios una sonrisa.
Acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
Y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
mi fantasía empezó a volar.
Pensando en lo que este pájaro malcarado,
lo que ese torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro
Quería decir graznando: “Nunca más”
...
En eso cavilaba sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave, cuyos ojos, como tizones encendidos,
sentía como escudriñaban mi Alma.
Medio vacía la botella, medio llena la copa,
saben los dioses que a mi mal
sólo la absenta, licor endemoniado,
puede apenas aplacar.
Quizás con la próxima copa pueda descansar,
Más en ese momento grazno el cuervo:
“Nunca más”.
...
“Calla cuervo insidioso, miserable,
quizás la noche te haya otorgado una tregua
pero no pongas a prueba mi paciencia.
Apuraré este dulce nepente,
graznes, hables o si enmudeces”
Y alzando mi copa con descarado ademán
hacia el cuervo en el busto de palas
Lancé un brindar:
“Por tu alma negro cuervo, y por la mía,
que aun le quedan ver muchos días”
A lo que él respondió: “Nunca más”.
...
“¡Profeta!” – exclame - ¡cosa diabólica!
pájaro o demonio,
arrojado por la tempestad a este refugio desolado,
a esta desértica habitación
a este hogar hechizado por el horror”
“¿Acaso eres el enviado de la muerte,
acaso crees que mis días han llegado a su final?
No me hagas reír, maldita rapaz.”
Y el cuervo mirándome dijo: “Nunca más”
...
“¡Sean esas palabra tu señal de partida!
¡Vuelve a las fauces de la oscuridad!
Busca otra alma abrumada a quien picotear
con esas desalmadas, impías, crueles palabras.
No dejes pluma alguna, prenda de las mentiras
Que tu pico lanza.
¡Vete! Deja mi soledad intacta”
Abandona el busto de palas,
aparta tu pico de mi corazón.
y tu figura del dintel de la puerta”
Y el cuervo dijo: “nunca más”
...
“¡Maldita bestia innombrable” – grité - “¡Heraldo de mal augurio!”
Y alcé mi copa una vez más.
Apurarla y lanzarla contra el busto de palas,
ese era mi pensar.
Más la mano no asió copa alguna,
ni jamás la asirá…
Y el cuervo emprendió el vuelo,
desde el dintel de la puerta de mi cuarto,
con mi alma entre sus garras atrapada
de donde no podrá liberarse“nunca más”...